sábado, 29 de enero de 2011

Los Estados del Alma: Atzilút, el mundo de la unificación

« Debemos depurar nuestros deseos y nuestra voluntad a través del trabajo en la Torá y las mitzvót, a fin de lograr expandir nuestro limitado mundo a los mundos superiores espirituales, ya que todos los mundos están en el hombre »

Es la raíz de los tres mundos inferiores Briá, Ietzirá y Asiá.

En el olám Atzilút / mundo de la Emanación, la polaridad masculino- femenina, a pesar de no manifestarse como tal, existe ya en potencia. El olám Atzilút se denomina también olám haTikún / mundo de la corrección del deseo de la Neshamá. Esta denominación se debe a que en el estado anterior (Adám Kadmón), sólo la índole del alma denominada Iejidá tiene posibilidad de surgir. En cambio, el olám Atzilút permite a otros aspectos del alma manifestarse y corregir su deseo de recibir egoísta transformándolo en deseo altruista. El estudio detallado de este proceso está explicado en el "Talmúd Eser haSefirót" / "El estudio de las Diez Sefirót ", del Rab Ashlag.

Como ya fue explicado en "Atzmút, Ein - Sof ,Neshamá", todo lo que sucede en los mundos inferiores es el resultado de cómo éstos reciben lo superior, y no cómo lo superior es en sí mismo. Por ello debemos saber que todas las explicaciones sobre los mundos superiores, es decir los estados superiores del alma, se refieren a nuestra comprensión temporal y espacial. Por ello debemos depurar nuestros deseos y nuestra voluntad a través del trabajo en la Torá y las mitzvót, a fin de lograr expandir nuestro limitado mundo a los mundos superiores espirituales, ya que todos los mundos están en el hombre. Cada mundo superior es generador de su inmediato subsiguiente, siendo que los mundos inferiores están contenidos en potencia en los superiores. Esto es una analogía del relato de la Creación, en el cual primero surge Adám, análogo al Adám Kadmón, luego Adám y Javá, análogos a Atzilút, y posteriormente Adám, Javá, Caín y Abel etc. análogos a Briá, Ietzirá y Asiá. Adám y Javá, antes de comer del fruto prohibido, el deseo de recibir/ ratzón lekabel, se encuentran en el estado de Gan Eden /Paraíso, análogo al olám Atzilút. Luego de probar del fruto prohibido, el deseo de recibir / ratzón lekabel, pierden el estado de Gan Eden / Paraíso (olám Atzilút ) comenzando el ciclo temporal - espacial (Briá, Ietzirá y Asiá). La pérdida del estado edénico y el ingreso a los dominios del deseo de recibir, la Creación, continuará hasta que todos los ámbitos de la realidad alcancen la armonía infinita.
   

Los Estados del Alma: Ein -Sof, la plenitud infinita: Atzmut, Ein Sof, Neshama II

« La palabra mundo, en hebreo "olam", proviene del verbo "lehialém" que significa ocultar. Es decir que cada mundo es un ocultamiento de su estado precedente, y el mundo superior es a su vez generador y causante de su inmediato inferior »

Los 5 estratos del alma con su infinidad de gradaciones son los grados de la Luz del Infinito revestidos en la conciencia, voluntad y deseos del hombre.

Estos 5 grados son las Luces que luego van a iluminar gradualmente los ocultamientos producidos por el acto del tzimtzúm/contracción original del deseo de recibir la Luz del Infinito, en los 5 mundos denominados :Adam Kadmón, Atzilút, Briá, Ietzirá y Asiá.

La palabra mundo, en hebreo olam, proviene del verbo lehialém que significa ocultar. Es decir que cada mundo es un ocultamiento de su estado precedente, y el mundo superior es a su vez generador y causante de su inmediato inferior. La relación entre los mundos está regida por la ley de causa y efecto, siendo que todo lo que sucede en los mundos inferiores es el resultado de cómo éstos reciben lo superior, y no cómo lo superior es en sí mismo. La única posibilidad de que los mundos inferiores expandan sus límites y se unifiquen con los superiores es elevándose hacia ellos. Esto sólo se logra refinando nuestros deseos, nuestra voluntad y conciencia.

La realización de este proceso requiere el conocimiento y la puesta en práctica de los aspectos fundamentales de la Sabiduría de la Kabalá, que son :

MAASE BERESHIT: conocimiento y conciencia de los mundos, planos y grados que rigen la Creación. En el lenguaje de la Kabalá ellos son designados con nombres muy precisos que indican, para el iniciado, la distancia espiritual con respecto a los estados superiores y al origen, el Infinito/Ein - Sof.
El estudio de este "mapa" (diagrana 5) y su nomenclatura, introduce al iniciado en los diferentes grados y voluntades existentes, y depende del esfuerzo personal de éste para que dicho estudio trascienda el plano mental y pase a ser espiritualmente aplicable.

MAASE MERKABA: trabajo espiritual del hombre en su ascenso gradual por los mundos. La base de este estudio es el refinamiento de nuestra voluntad y deseos personales sin lo cual no se "abren" las puertas de nuestro corazón, que es el lugar donde está la merkabá, la carroza, que puede llevarnos hacia los mundos superiores.

En maasé merkabá es fundamental trabajar el ratzón lekabel/voluntad y deseo de recibir y el ratzón lehashpía / voluntad y deseo de dar y beneficiar, ya que el ratzón lekabel hace descender la carroza hacia los mundos inferiores y el ratzón lehashpía la eleva hacia los mundos superiores. En este aspecto reside, en definitiva, el libre albedrío del hombre: ratzón lekabel, deseo de recibir egoísta o ratzón lehashpía, deseo de dar y beneficiar.

Ratzón, deseo y voluntad, es lo que produce todos los movimientos en el hombre, tanto en lo personal como en lo colectivo, en lo espiritual y en lo material. Todo es parte de una y única realidad indivisible de la cual cada Neshamá es una manifestación.

El trabajo del hombre consiste en transformar su ratzón lekabel en ratzón lehashpía. El ratzón lekabel es imposible de anular ya que es toda la Creación y la fuerza que mueve nuestra vida. El trabajo espiritual conciente consiste en que nuestro deseo de recibir sea un deseo de recibir para dar. De esa forma elevamos nuestro pequeño y limitado mundo al Infinito/Ein - Sof donde todas las Neshamót son UNA y todos los olamót/mundos, son UNO.

Los Estados del Alma: Ein -Sof, la plenitud infinita: Atzmut, Ein Sof, Neshama I

« La Luz del Infinito / Or Ein - Sof, al ingresar dentro del ámbito de la Creación adquiere voluntad y conciencia diferenciada, lo cual se traduce en diferentes seres y formas »

La generalidad de la realidad desde el punto de vista espiritual se divide en tres índoles:
ATZMUT
EIN - SOF
NESHAMA

ATZMUT: es la esencia inmanifestable, la mismidad del Creador y su "lugar" está por encima de la palabra y toda articulación posible. De acuerdo con los maestros de la Kabalá nada se puede expresar acerca de SU ATZMUT, ya que no tenemos alcance alguno. Todo lo que digamos acerca de la ATZMUT del CREADOR estará basado en meras suposiciones e imaginación, y la Kabalá sólo trata de lo que el hombre tiene la potencialidad de alcanzar mediante su esfuerzo y superación.

Por lo tanto, todo esfuerzo en dirección a definir la Esencia es contraproducente y no responde a los propósitos de la Kabalá.

Todo el vocabulario que maneja la Sabiduría de la Kabalá no tiene realidad en Atzmút, es decir en la Esencia del Creador, sino sólo en la Luz que se expande desde EL, en Su manifestación.

EIN-SOF: es el Infinito donde se encuentra el "programa de la Creación", cuya finalidad y voluntad es beneficiar a las creaturas infinitamente. Ein - Sof es el "lugar" de encuentro entre la Esencia del Creador y la Neshamá, entendiendo este vínculo como la voluntad original de dar placer y completitud a todas las creaturas. Por lo tanto Ein - Sof es el espacio de relación entre la Esencia del Creador/Atzmút y su Creación.

NESHAMA: es aquella a la cual le está destinada toda la plenitud, beneficio y completitud contenidos en el Ein - Sof.

Cinco nombres tiene el alma y éste es su orden de lo inferior a lo superior: Néfesh, Rúaj, Neshamá, Jaiá y Iejidá. Así comienza el libro "Shaar haGuilgulím"/ "El Pórtico de las Rotaciones del Alma", tal como lo recopiló el Rabino y Kabalista Jaím Vital según lo recibió de su maestro el Rabino y Sabio Kabalista Itzják Luria Ashkenazi, conocido como el Ariz’al.

La Luz del Infinito / Or Ein - Sof, al ingresar dentro del ámbito de la Creación adquiere voluntad y conciencia diferenciada, lo cual se traduce en diferentes seres y formas. Este proceso ocurre simultáneamente en todas las particularidades de la Creación, adoptando así la Luz del Infinito diversos grados e índoles. En el hombre estos grados de voluntad y conciencia conforman los diversos estratos del alma, llamados: Néfesh, Rúaj, Neshamá, Jaiá y Iejidá.

Los Estados del Alma: Ein -Sof, la plenitud infinita: De la potencia al acto

« La cercanía o distancia entre los hombres reside en donde cada uno focaliza su voluntad y deseo, y eso es lo que acerca o aleja a un hombre de su semejante »

Antes de la manifestación del tzimtzúm (contracción original del deseo de recibir la plenitud de la Luz Infinita) el Ein-Sof (Infinito) llena toda la realidad.

"Debes saber que antes de la emanación de las emanaciones y de la creación de las creaciones, Or Elión Pashút (Luz Suprema Simple) llena toda la realidad. Y no hay en ese estado, lugar vacío distinguible como aire vacuo ni espacio, sino que todo está lleno de esa Luz Infinita Simple. Y no hay para ese estado distinción de principio ni de fin, sino que es todo Luz Simple, igual en una igualdad única. Y eso es lo llamado Luz Infinita (Or Ein- Sof)".

"El Arbol de las Vidas"/"Etz Jaím" (texto transmitido por el Rabino y Sabio Kabalista Itzják Lúria Ashkenazi a su discípulo el Rabino Jaím Vital siglo XVI, Safed).

Como vimos en el capítulo "El espacio espiritual del alma": Ein- Sof es el estado previo a la manifestación de la Creación en el cual reina el lleno absoluto y donde el deseo es colmado antes de manifestarse. antes de que surja cualquier deseo o voluntad, la plenitud de la Luz del Ein-Sof lo llena tal como sucede con el feto en el vientre materno, quien recibe alimento y calor antes de desearlo. Esto sucede, no porque no exista allí voluntad ni deseo sino a causa de que la plenitud de la Luz llena toda la realidad sin dejar espacio para que el deseo u otro tipo de voluntad se manifieste. Al no haber ninguna voluntad ni deseo no hay "movimiento", ya que el deseo y la necesidad son los que producen dicho "movimiento".

Si no hay "movimiento" tampoco rigen "allí" el tiempo y el espacio. En cambio, luego que se activa el tzimtzúm (contracción y limitación) surgen la voluntad y el deseo. Lo que estaba en potencia pasa a manifestarse, y aparecen así el tiempo y el espacio y todo tipo de formas y movimientos buscando reconstruir el estado previo al tzimtzúm. Nace la Creación, es decir, el deseo y la voluntad de recibir la Luz que llena la realidad antes de revelarse el zimtzúm
La Creacion, lo nuevo, es el deseo.

Debemos saber que hay dos formas de ver la realidad.

- La primera es anterior al tzimtzúm, raíz y esencia de todo. Es el equilibrio completo en el cual todas las posibilidades están incluídas en armonía perfecta, el Infinito/Ein - Sof.

- La segunda es posterior al tzimtzúm incluye infinidad de posibilidades y aspectos en su forma de manifestarse.

- La primera está más allá de la percepción y la conciencia momentánea del hombre. Se halla fija en SU LUGAR, trascendiendo todo espacio, tiempo, cambio y permutación . Es el estado de Infinito/ Ein - Sof.

- La segunda, en cambio, depende de la voluntad y el deseo de cada hombre, y está subordinada a los cambios emocionales y mentales dentro de las coordenadas de espacio y tiempo a las cuales cada hombre está sometido.

- El primer estado, anterior al tzimtzúm, se encuentra más allá de los cambios y es la meta de toda actividad y movimiento, es decir, de todo estado que no sea "ESE" (el Infinito).

- El segundo, es el estado de manifestación en el cual se producen todos los cambios y dentro del cual todo lo que esté fuera del primero se mueve constantemente, produciendo diferentes formas en su querer asemejarse al primero, es decir al estado previo al tzimtzúm.

- El segundo es un ocultamiento del primero y comprende toda la gama de grados existentes exceptuando al primero; entendiendo estos grados y diferencia de estado como diferencias en lo que se desea y donde se aplica la voluntad.

La cercanía o distancia entre los hombres reside en donde cada uno focaliza su voluntad y deseo, y eso es lo que acerca o aleja a un hombre de su semejante. Debido a ello la educación judía, a través de la Torá y las mitzvót, educa la voluntad y el deseo, llevando gradualmente al hombre a depurar y elevar su deseo hasta hacerlo uno con la plenitud de la Luz Infinita.

Cuanto mayor es la lejanía con respecto al estado de lleno y completitud, el Infinito - Ein Sof, mayor es la "distancia" con respecto al origen. Pero esta "distancia" no se mide en términos de espacio ni de tiempo, sino en la forma diferente de aplicar la voluntad : Deseo de recibir - egoísmo, o deseo de dar - altruismo.

En la Creación percibimos infinidad de grados de la voluntad y el deseo. Desde los estados más "alejados" e inmersos en los mayores ocultamientos espirituales como los reinos mineral, vegetal y animal, hasta llegar al hombre donde están dadas todas las posibilidades y potencias para llegar a los más altos grados, trascendiendo así la mecanicidad de los estados inferiores. El hombre contiene en sí todos los reinos existentes, desde lo mineral hasta las posibilidades más refinadas de lo espiritual. A través del uso de su voluntad, el hombre puede trascender la identificación con los estados inferiores y alejados del estado original, el Infinito/Ein- Sof, para ser UNO con la única REALIDAD el KADOSH BARUJ HU

Los Estados del Alma: El Espacio Espiritual del Alma: Las 4 índoles del deseo

Hay cuatro índoles generales del deseo de recibir, las cuales nos indican cuatro formas de recepción de la Luz Infinita.

Estas constituyen cuatro grados de manifestación del deseo de recibir en cada uno de los mundos: Atzilút, Briá, Ietzirá, Asiá.

Dichas índoles generales se manifiestan, a su vez, en cada uno de los cuatro mundos en diferentes formas, siendo su denominación en el estrato material del olam Asiá/mundo de la Acción: mineral, vegetal, animal y humano-parlante.

La cuarta índole del ratzón lekabel, el hombre, es el propósito central de la Creación. Dicha índole no se manifiesta de una sola vez, sino activándose, desarrolándose generándose en las 3 índoles que la anteceden. Surge a partir de ellas gradualmente, hasta completar su forma en la cuarta índole.

El relato de la Creación en el libro Bereshit/Génesis nos señala, asimismo, que el hombre es la última criatura en manifestarse en el proceso creativo. Toda la Creación está al servicio del hombre y en el hombre está toda la Creación. Como está escrito en en el libro del Zóhar: "Lo que está arriba es igual a lo de abajo, y el hombre es la síntesis de todas las cosas". En los desarrollos espirituales, así como en el ámbito material, lo último en manifestarse es el objetivo, siendo éste, paradójicamente, lo primero que surge en el pensamiento.
El objetivo del arquitecto es construir una casa. Lo primero que hace es un pozo, luego gradualmente todo irá tomando su verdadera forma hasta que, finalmente, vemos la casa.

Las 4 índoles del ratzón lekabel / deseo de recibir en el estrato material del olam Asiá, mundo de la Acción de acuerdo a las enseñanzas del Rab Ashlag en su "Introducción al Libro del Zóhar"


EN LOS PLANOS MATERIALES:
1.Reino mineral: primera índole del ratzón lekabel.

Es el principio de la revelación del ratzón lekabel en este mundo material.

En esta índole hay una potencialidad de movimiento mínima y masiva puesto que no se percibe movimiento individual.

El grado de ratzón lekabel en el reino mineral es ínfimo ya que controla a la totalidad de una sola vez. Como ser: planetas, astros, etc., y no se percibe su control sobre las particularidades, piedras, montañas, etc.

2.Reino vegetal: Es la segunda índole del ratzón lekabel en la cual se manifiesta el dominio de todos los detalles de sí mismo, ya que cada individuo posee movimiento propio hacia la luz.

También se distingue en el reino vegetal la capacidad de absorber alimento y expulsar los residuos. A diferencia del reino mineral, en el reino vegetal cada individuo puede actuar en forma particular, aunque limitado a sí mismo.

3.Reino animal: La tercer índole del ratzón lekabel es inmensamente superior ya que genera en cada individuo sentido independiente de sí. En el reino animal cada individuo puede también relacionarse con su semejante, pero su conciencia acerca del sufrimiento o la alegría del otro no posee un discernimiento previo. Toda reacción ante el otro es meramente instintiva y está basada en lo que recibe o puede dejar de recibir.

4.Reino humano - parlante: El hombre es la medida final y completa del ratzón lekabel ya que tiene sentido completo del otro.

El hombre posee un sentido tan desarrollado de su semejante que puede llegar a sentir que le falta todo lo que éste tiene, hasta llenarse de envidia por vivir la realidad de su prójimo. Cuando tiene cien quiere doscientos, y así su codicia puede expandirse al mundo entero.

La diferencia del deseo de recibir entre el reino humano y el reino animal es tal, nos explica el Rab Ashlag, que en un solo ser humano puede haber un deseo de recibir mayor que el existente en todo el reino animal.
La potencialidad del hombre es poderosa a tal punto que cuando transforma su deseo de recibir en deseo de dar puede beneficiar a toda la humanidad.

 
EN EL PLANO DE DESARROLLO ESPIRITUAL DEL HOMBRE:
 
1. NEFESH: Dominio del deseo de recibir egoísta.
Característica general del hombre hasta los 13 años.
 
2. RUAJ: Práctica de actos de bien, mitzvót, con intención y conciencias parciales.
 
3. NESHAMA: Realización de actos positivos con intención. Percepción exterior de la realidad. Refinamiento de sí a nivel intelectual-humano.
 
4. JAIA: Comprensión profunda de las mitzvót y de la Torá en su nivel espiritual.
 
 
 
Todos los grados de la voluntad de recibir coexisten dentro del hombre y hasta que el hombre no logra superarlos lo esclavizan e impiden que todos sus esfuerzos tengan frutos verdaderos.
Como lo expresó el rey Salomón, el más Sabio de los hombres:

"El ojo no se satisface con ver, ni el oído se llena de oír. Lo que ha sido es lo que será, y lo que ha sido hecho es lo que se hará. Y no hay nada nuevo bajo el sol ". Eclesiastés 1: 8, 9
 
El concepto bajo el sol se refiere al deseo de recibir egoísta/ratzón lekabel. Contrariamente, por sobre el sol está lo pleno, el deseo de dar y beneficiar/ ratzón lehashpía que es infinito como la Luz Infinita que da sin límite.
 
El trabajo espiritual consiste en canalizar todos los grados inferiores de la voluntad y el deseo hacia el bien colectivo y la identificación con los grados superiores de la voluntad y la conciencia, transformando así el deseo humano en Voluntad Espiritual - Superior. La Voluntad Espiritual incluye todos los grados anteriores de la voluntad y el deseo en equilibrio. La Voluntad Espiritual acerca al hombre a la Luz Infinita buscando el beneficio para toda la Creación. Todas las mitzvót están destinadas a depurar la voluntad del hombre hasta unificarla con la Luz, de esa forma todos los deseos se funden en Una y Unica Voluntad.
 

Los Estados del Alma: El Espacio Espiritual del Alma: El alma en el relato de la Torá

Las festividades del pueblo de Israel nos ayudan a afrontar el presente y crear el futuro, y no tan sólo a recordar el pasado.

En Pesaj conmemoramos la LIBERTAD. Pero debemos entender qué es la LIBERTAD en la conciencia judía.

La LIBERTAD reside en actuar de acuerdo a nuestra verdadera naturaleza y objetivos y no de acuerdo al sentir momentáneo.

Todos los planos que rigen la vida tienen sus leyes y es libre quien actúe en armonía con dichas leyes.

El relato de Pesaj nos transmite estos conceptos y nos enseña cuál es la naturaleza del hombre y su objetivo.
En dicho relato el Faraón simboliza el Néfesh, instintos del hombre, que al ser utilizados incorrectamente pueden esclavizarlo, como sucede en Egipto.

Egipto, en hebreo Mitzráim, proviene del vocablo meitzarím que significa limitaciones.

Cuando el hombre es esclavo de sus instintos, está sumido en las limitaciones que él mismo se impone.
Para liberar al pueblo de Egipto, es decir al hombre de sus limitaciones, llega Moshé: estrato del alma que se relaciona con el pensamiento.

Moshé, a través de todo el relato bíblico, enfrenta al Faraón con el propósito de que deje salir a su pueblo de la esclavitud. La mente guiada por la voluntad superior quiere imponerse sobre los instintos para encauzarlos hacia el bien del pueblo, es decir, hacia el bien del hombre.

En toda la trama bíblica vemos cómo Moshé, Aharón, Miriam, pueblo, Faraón, Egipto, desempeñan cada uno un claro y determinado rol.

Cada uno de ellos conforma un aspecto de la naturaleza humana, y toda la trama bíblica nos relata el drama existencial del ser humano.

De acuerdo al judaísmo, la LIBERTAD se logra cuando los tres niveles básicos del alma:

Néfesh / instintos, Rúaj / emociones y Neshamá / pensamientos, actúan en equilibrio con las leyes que rigen la vida.

Cuando la conciencia humana sale de Egipto - Mitzráim, de las limitaciones, y se identifica con los estratos superiores del alma actuando de acuerdo a las leyes espirituales, es entonces cuando hay verdadera LIBERTAD.

En el relato bíblico, cuando Moshé sube al monte Sinaí a recibir la Torá, Aharón no logra evitar que parte del pueblo haga el becerro de oro. Cuando el Rúaj / emoción /Aharón queda a merced de un nivel de conciencia bajo, el hombre sucumbe.

Gran parte del pueblo pedía volver a Egipto: -¿hacia dónde nos llevas? - le preguntaban a Moshé, quien guiaba al pueblo firmemente hacia la " Tierra prometida ". Moshé simboliza el pensamiento dirigido hacia el bien colectivo y puede ver los objetivos más allá de la situación momentánea.

Cuando la conciencia se encuentra en el nivel de la Neshamá, nuestro Moshé interior, es decir a nivel de la comprensión superior, el hombre actúa libre de sus propias limitaciones.

Esa es la verdadera salida de Egipto.

En la noche de Pesaj se realiza el Seder, cuyo significado es orden. La Torá nos transmite el orden de cómo debemos salir de nuestras limitaciones.

Por ello la Hagadá de Pesaj [*] nos recuerda la responsabilidad que tienen los padres hacia sus hijos de relatar dicho episodio generación tras generación, sintiéndose cada uno como si él mismo saliese de Egipto.
[*] Hagadá de Pesaj: Relato de la vida del pueblo de Israel durante su esclavitud en Egipto hasta la liberación a través de Moshé y Aharón.

La Hagadá se lee durante la cena de Pesaj y es costumbre que los niños pregunten a sus padres sobre el significado de dicho relato.

Los Sabios y estudiosos suelen quedarse luego del Seder profundizando y exponiendo el significado interior de la festividad.

 

Los Estados del Alma: El Espacio Espiritual del Alma II

« Los hijos entienden a sus padres cuando ellos mismos se transforman en padres. El hombre comienza a entender al Creador cuando él mismo se transforma en creador, es decir cuando da »

Observamos que la raíz del alma está en el Infinito/Ein - Sof, como nos lo transmite la Sabiduría de la Kabalá :

Previo a la Creación, la plenitud de la Luz Infinita llena toda la realidad no habiendo espacio para que el vacío ni la necesidad se manifiesten ("Etz Jaím").

A nivel de nuestra percepción diríamos que la plenitud satisface todos nuestros pensamientos, emociones y deseos, de modo que no queda ningún otro aspecto de la realidad que pueda surgir y atraer nuestra atención. Antes de que surja cualquier deseo o voluntad, la plenitud de la Luz Infinita lo colma, tal como sucede con el feto en el vientre materno que recibe alimento y calor antes de desearlo. Estaríamos plenos, sin conciencia del deseo, ya que antes de que surja cualquier deseo la plenitud lo llena. Es como la historia del príncipe que vive en el palacio de su padre, el rey. Al príncipe nada le falta. Todo lo del rey es suyo, pero él no es el rey. Luego, y continuando con el texto del "Etz Jaím", surge el tzimtzúm/contracción del deseo de recibir la plenitud de la Luz Infinita.

El príncipe desea igualarse a su padre, ser rey, pero para ello deberá dejar el palacio y crear su propio reino. Como consecuencia de la contracción del deseo de recibir/tzimtzúm, la plenitud de la Luz Infinita se oculta dejando un vacío de ella misma.

Ello sucede dado que no hay imposición en el terreno espiritual, por lo tanto el tzimtzúm permite que surja el libre albedrío y podamos optar por la Luz - el bien - por nuestra voluntad, y no por imposición.

Nuestro príncipe se va del palacio y surge el deseo y la conciencia de todo lo que poseía dentro del reino. Ahora el príncipe comienza a comprender a su padre, ya que ante la carencia toma conciencia del valor de todo lo que poseía, y de la gran responsabilidad que implica ser rey. Como resultado del ocultamiento de lo pleno aparece el deseo. El deseo estaba incluído en el estado anterior, pero no tenía la posibilidad de manifestarse, ya que la plenitud infinita colmaba al deseo sin dejarle espacio para que se manifieste. El príncipe en el palacio tenía deseos, pero el rey saciaba todas sus necesidades y el príncipe no tenía conciencia de lo que poseía. Al dejar el palacio surge en el príncipe el deseo de volver a poseer lo que ya era suyo, sólo que ahora es por su propia necesidad y no porque su padre se lo dio.

El estado de Infinito / Ein-Sof incluye la Luz (plenitud) y el deseo de recibir la Luz en equilibrio, pero como la Luz llena el deseo, por consiguiente no lo percibimos. Ello es análogo al verdadero amor que unifica sin dejar espacio para que otro sentimiento lo extinga.

Luego del tzimtzúm/contracción del deseo de recibir, aparecen los dos estados en forma independiente: la Luz - plenitud, y el deseo de recibir la Luz. Después de que el príncipe deja el palacio, surge la nostalgia de su vida anterior. Esa nostalgia es la que mueve al príncipe a querer recuperar dicha realidad. El espacio creado por el deseo, la nostalgia de la Neshamá de recuperar el estado de plenitud / Ein - Sof, es la Creación. La Creación es el proceso gradual que acerca el deseo a la plenitud de la Luz hasta unificarlos nuevamente como en el estado de Infinito/Ein - Sof, previo al tzimtzúm.

¿Cuál es la finalidad de volver a realizar lo ya existente antes de la Creación ? Como vimos: "Previo a la Creación la Luz del Infinito llena toda la realidad". Este proceso es necesario para la voluntad y deseo de la Neshamá, siendo que en la Luz, en la plenitud, no hay absolutamente ningún cambio ni movimiento. La Luz es completa en sí misma. En cambio, al perder la plenitud de la Luz, el deseo de la Neshamá debe lograr reconstruir el estado de Infinito por su propia necesidad, y no recibir la Luz por imposición como sucede previo a la Creación.

Un ejemplo claro para entender dichos conceptos es la relación entre padres e hijos. Cuando el hijo forma una familia y deja la casa de los padres, aprende a ser independiente y autosuficiente como siempre quisieron sus padres, pasando a ser ésta su propia necesidad y no, como lo era anteriormente, sólo el deseo de sus padres.

" Por eso dejará el varón a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y serán una sola carne." ( Genesis 2:24)

Los hijos entienden a sus padres cuando ellos mismos se transforman en padres. El hombre comienza a entender al Creador cuando él mismo se transforma en creador, es decir cuando da.

El deseo del alma toma conciencia de la Luz cuando la necesita por su propia voluntad y conciencia, y no por imposición. La independencia del deseo con respecto a la Luz genera nuevos espacios espirituales indicados en nuestro "mapa" por los 3 mundos: Briá, Ietzirá y Asiá, que indican los diferentes grados de recepción de la Luz Infinita. Los estratos del alma, también denominados grados de la Luz, señalan los grados de aproximación del deseo hacia la Luz. En el lenguaje de la Kabalá, el deseo es denominado klí y la Luz Or.

Los 5 grados de la Luz/Or y los 5 mundos/olamót que reciben dicha Luz están situados en nuestro "mapa" (diagrama 4) uno frente al otro, indicando así la relación directa de cada grado de la Luz/ Or con su respectivo espacio y mundo.

El tiempo y el espacio sólo se manifiestan a partir de los 3 mundos inferiores Briá, Ietzirá y Asiá. Esto sucede ya que los 2 estratos superiores del alma - la voluntad (Jaiá) y el placer (Iejidá) - se encuentran por encima de la influencia temporal y espacial. Ello se debe a que la voluntad y el placer del alma no dependen de cambios sino que son permanentes. El alma sólo desea unificarse a la plenitud de la Luz como el amor que unifica al hombre y a la mujer para crear y dar de sí mismos. Pero cuando la voluntad y el placer se revisten de pensamientos, sentimientos y acciones comienza el movimiento en pos de la plenitud de la Luz en los 3 mundos inferiores, Asiá, Ietzirá y Briá. Ello produce movimiento a nivel humano, generando así tiempo y espacio.

La Kabalá y el Judaísmo en general, a través del estudio de la Torá y la aplicación de las mitzvót, se basa en el desarrollo de todos estos aspectos orientados hacia el objetivo fundamental: guiar al deseo, la voluntad y el placer del hombre hacia el bien colectivo

"AMARAS A TU PROJIMO COMO A TI MISMO"

Los Estados del Alma: El Espacio Espiritual del Alma I

« La voluntad y el placer están por encima del pensamiento, la emoción y los instintos, siendo ellos la fuerza motora que mueve a los hombres »

El Néfesh, el Rúaj y la Neshamá son solamente tres aspectos generales de la totalidad de la realidad, de acuerdo a la tradición de la Kabalá. El Néfesh contiene, a su vez, diferentes aspectos, ya que los instintos poseen también su parte emocional y mental.

Lo mismo sucede con el Rúaj y la Neshamá. El "mapa espiritual de la realidad" (ver diagrama No. 4 ) representa una de las formas a través de la cual la Kabalá nos transmite los diferentes aspectos que conforman al hombre y a la Creación. Debemos entender que la realidad y la vida son dinámicas y están por encima de esquemas y términos. El estudio preliminar de la Kabalá se basa en el conocimiento del significado de la terminología para acceder posteriormente a dicha realidad.

De la misma forma que un músico lee una partitura, o un científico descifra una fórmula, así también el iniciado interpreta el sentido correcto de los textos cuando conoce el significado completo de cada uno de los términos del lenguaje de la Kabalá.

Néfesh, Rúaj y Neshamá son los aspectos del alma que están dentro del ámbito del tiempo y del espacio, ya que los instintos, las emociones y los pensamientos se suceden temporal y espacialmente.

Hay otros aspectos del alma, en hebreo Jaiá y Iejidá, los cuales están por encima de la influencia del tiempo y el espacio y se relacionan con los aspectos más interiores del alma como ser el deseo, la voluntad y el placer.

La voluntad y el placer están por encima del pensamiento, la emoción y los instintos, siendo ellos la fuerza motora que mueve a los hombres. El pensamiento discierne entre los diferentes aspectos de nuestra voluntad, para lograr aprehender lo completo, la plenitud que se expande desde la Esencia del Creador / Atzmút

Los Estados del Alma: La estructura incorpórea: Lo que nos une

La Sabiduría de la Kabalá nos introduce, a través de sus códigos y conceptos, a la comprensión de los mecanismos interiores que rigen la Creación; su objetivo es que la humanidad alcance el bien absoluto y la armonía universal a través del altruismo. De esta manera su estudio orienta al hombre a des-cubrir los principios universales, que por ende abarcan en última instancia a todos los tipos de personalidades y tendencias humanas.

La Kabalá, por ser la parte interior de la Torá, no es una materia separada de ésta sino que sintetiza, une y le da forma a la Torá como un todo indivisible.

Los diferentes estratos de comprensión de la Torá, como la Halajá, el Midrásh y principalmente la Kabalá -que incluye todos los niveles de la Torá- nos revelan la Sabiduría interior de la vida a través de la cual el hombre puede tomar conciencia de los verdaderos objetivos y de cómo alcanzarlos. Así superamos el ámbito caótico y de cambio constante que resulta al vivir reaccionando a nuestro sentir momentáneo. Esto sucede cuando logramos definir objetivamente dónde reside el bien y dónde el mal. De este modo surge la comprensión del objetivo del bien por el cual el Kadósh Barúj Hú manifestó la Creación, y así comenzamos a definir qué es realmente el bien y qué es el mal. Entonces el bien será "verdadero" y podrá acercarnos al objetivo.

La Torá nos dice que el Kadósh Barúj Hú "demoró" 6 días en crear el Mundo y 40 en dar la Torá a Moshé en Sinái.

Eso nos indica que no es suficiente con dar sino que debemos enseñar cómo recibir correctamente la Sabiduría. En hebreo, el verbo recibir proviene del vocablo Kabalá (recepción), es decir el conocimiento que nos enseña cómo recibir los diferentes grados de la Sabiduría que nos transmite la Torá.

La Torá, a través de sus Sabios, nos enseña cuál es el modo de aprehender la Sabiduría, pero será cada individuo de acuerdo a sus características espirituales quien des-cubra "su forma" de lograrlo. Decimos "su forma", ya que cada individuo tiene una función irreemplazable en el logro de la armonía y cuando la alcanza se completa una nueva parte del gran "puzzle universal".

La Halajá le enseña al hombre el ritmo y la forma de relacionarse con dichos principios. La Kabalá nos ayuda a comprender el plan a través del cual HaShem beneficia a las creaturas en forma infinita. A partir de estas bases se logra edificar una sociedad en la cual cada individuo asume la responsabilidad por su prójimo, lo que nos conduce a percibirnos como diferentes partes de una misma unidad.

Al tomar conciencia de la realidad a partir de dichos parámetros, comenzamos a vivenciar la mitzvá de "Amarás al prójimo como a ti mismo", ya no en base a nuestro parecer y sentir momentáneos sino des-cubriendo que amar al prójimo como a sí mismo es una ley objetiva como lo son las leyes de la naturaleza en el ámbito material. Entonces podemos percibir el orden de causas y consecuencias a nivel de nuestros deseos, emociones y pensamientos, de la misma forma en que sucede con los fenómenos físicos.
Así, el bien se torna objetivo, ya que comprendemos que el principio "Amarás al prójimo como a ti mismo" -igual que el resto de las mitzvót contenidas en la Torá- trascienden la índole humana adquiriendo una dimensión de leyes universales, las únicas capaces de combatir la raíz del mal: el deseo egoísta de recibir.

En el plano material-sensorial llegamos al conocimiento a través de la experimentación y la actividad intelectual. En Torá y Kabalá no es suficiente. Para acceder a la Sabiduría debemos educar nuestros instintos, emociones y pensamientos, sobreponiéndonos a la atracción que ejerce la realidad material-sensorial cuando se transforma en un fin en sí mismo.

Los Estados del Alma: La estructura incorpórea: Introducción al pensamiento kabalístico II

2:1 El egoísta parece más «natural», «espontáneo» siendo que hace lo que siente, mientras que el altruista debe pensar en la consecuencia de sus actos.

2:2 En ese contexto el judaísmo no es «natural» pues cada acto que el hombre realiza debe ser el resultado de un proceso de evaluación de la realidad para prever la consecuencia que nuestros actos van a generar. Ese proceso espiritual se denomina en el lenguaje espiritual judío, mitzvá.

2:3 No codiciar, no engañar, no asesinar, así como cada una de las 613 mitzvót son los desafíos de la vida espiritual judía para que superemos la naturaleza instintiva y alcancemos finalmente nuestra verdadera naturaleza: el altruismo.

2:4 Egoísmo y altruismo son dos formas de pensar, de sentir y en última instancia de vivir, que pueden revestirse en un sistema político, religioso, filosófico, etc.

2:5 El egoísmo tiene en su interior el germen del mal, de la oscuridad. El altruismo, por el contrario es la fuente del bien, de la luz. La luz disipa la oscuridad y es precisamente por ello que en lugar de hacer hincapié en luchar contra la oscuridad debemos revelar luz.

2:6 ¿Cómo hacerlo? Implementando sistemas educativos basados en modelos altruistas. Sólo así podrá surgir una nueva generación que luche auténticamente por la justicia y la paz.

2:7 El «mejor» sistema socio-político-económico está destinado a fracasar mientras el hombre continúe actuando en forma egoísta. En cambio el «peor» de los sistemas va a ser efectivo en alcanzar la justicia y la paz cuando adoptamos una actitud altruista.

2:8 El camino egoísta conduce finalmente al odio y a sociedades insatisfechas que procuran permanentemente «nuevas experiencias» olvidando el desarrollo espiritual que les brinde el componente para poder armonizar sus vidas.

2:9 El único cambio duradero que podemos lograr en nuestra vida es en la actitud interior, lo que deseamos en nuestro corazón.

2:10 En sus intentos por comprender la estructura de la realidad, sus principios y la relación causa-consecuencia que la rigen, el hombre concibió variados sistemas para analizarla.

2:11 Aquellos que consideran que «la naturaleza» controla los procesos de la vida, postulando que «una fuerza mecánica» denominada naturaleza impulsa a todos los estratos y seres, tanto minerales, vegetales y animales como humanos, a «desarrollarse» a través de «procesos de selección natural»; creando así nuevas formas sin otro objetivo que la supervivencia física.

2:12 Algunos sistemas determinaron que la casualidad y la selección natural no pueden crear nada inteligente, y que por detrás de todo debe haber una conciencia y una voluntad. Llegaron entonces a la conclusión de que hay dos fuerzas: una que genera el bien y otra el mal.

2:13 A partir de estos sistemas surgieron aún otros, según los cuales cada acción y cualidad es generada por otra fuerza. Así, la belleza, la música, el tiempo, etc. eran cada una producto de una deidad determinada.

2:14 Otros, finalmente, reconocieron que toda la realidad está interrelacionada aceptando que hay «una fuerza única» que rige todos los procesos. A partir de esta última idea se consolidaron muchas de las religiones y filosofías que se relacionan con dicha concepción de diferentes formas:

2:15 Los que creen que los actos humanos tienen una influencia insignificante en la realidad y que la existencia sigue casi indiferentemente su curso. Esta percepción de la realidad conduce finalmente a actuar de acuerdo a lo que cada uno sienta y piense, «liberando» a los seres humanos de todo compromiso y responsabilidad con respecto al prójimo, la sociedad y todas las formas en que la vida se manifiesta.

2:16 Toda concepción educativa que se base en este modo de pensar está destinada inevitablemente a degenerar en las formas más bajas del egoísmo.

Estos sistemas en última instancia se relacionan con los de la naturaleza (2:11), antes expuestos, ya que a pesar de «reconocer» una única energía creadora, la perciben como una fuerza automática completamente desligada de la conciencia y la actitud humana.

2:17 Los que piensan que las acciones de los hombres sí influyen aunque sólo a nivel general.

Aquí encontramos una conciencia un poco más desarrollada, siendo que a partir de esta forma de entender la realidad comienza un «cierto compromiso» con respecto a los otros seres.

2:18 Los que comprenden que los actos humanos influyen en todos los aspectos de la realidad. En este grado la conciencia y el compromiso con el prójimo, la sociedad y la justicia son mayores, puesto que surge la certidumbre de que cada acción tiene su consecuencia. Pero aún no es suficiente para corregir el egoísmo y transformarlo en altruismo, dado que poseen muchas sabidurías y modos de evaluar la realidad pero aún carecen de criterios objetivos para aprehender los principios que rigen y generan las acciones humanas.

2:19 La Torá codifica y define la conducta humana a través de la tradición escrita y oral, educando al ser humano a prever los efectos de sus actos.

La percepción judía de la realidad le revela al hombre, si éste la aplica correctamente, las consecuencias de cada pensamiento, emoción y acto. Por ello la ley judía, la Halajá, especifica meticulosamente la relación del hombre con su prójimo y con todos los seres y ámbitos de la realidad, tal como está codificado en el Talmud.

Los Estados del Alma: La estructura incorpórea: Introducción al pensamiento kabalístico I

Introducción

0:1 Nuestro lenguaje, en la mayoría de los casos, está estructurado a partir de lo que sabemos pero también de lo que creemos saber.

0:2 Diferentes teorías intentan explicar cuál es la fuerza que mueve la historia. Algunos dicen que es el conflicto de civilizaciones, otros lo atribuyen a la economía de mercados, etc. Ello no hace más que reforzar un lenguaje que justifica el desconocimiento de los otros, los diferentes.

0:3 La fuerza primordial en la historia no es la pluralidad de culturas ni la economía de mercado. Estas no son sino diferentes formas de exteriorizar y de nombrar el deseo de cada individuo y cultura de recibir lo que consideran mejor, «su estándar».

0:4 El conflicto actual no es un conflicto de civilizaciones, es la decadencia de los sistemas que a través de la historia no hicieron más que justificar el egoísmo.

0:5 Cuando reflexionamos y analizamos qué es lo que finalmente sobrevive a través de la historia descubriremos que es lo que posee la capacidad de unir y armonizar. Lo que nos conduce a lo infinito y eterno.


PRIMER MÓDULO

Lo presente, lo inmediato, lo cercano, lo lejano y lo trascendente

1:1 Cinco aspectos determinan la forma de actuar de todo ser humano: lo presente, lo inmediato, lo cercano, lo lejano y lo trascendente.

1:2 Estos cinco ámbitos los podemos representar como cuatro círculos concéntricos en torno a un punto central. El centro indica nuestra realidad presente, el primer círculo señala lo inmediato y así sucesivamente hasta el cuarto, el más exterior y lejano que define el alcance de nuestra conciencia.

1:3 El cuarto círculo, lo trascendente, es en última instancia el que marca nuestros límites: los valores que consideramos absolutos y que no estamos dispuestos, de ningún modo, a sacrificar: es lo que consideramos sagrado.

1:4 Cuando un individuo, una nación etc. pierde los límites que establecen el ritmo que armoniza lo presente con lo trascendente termina por distorsionar su concepto de lo sagrado.

1:5 El alma posee cinco grados generales de conciencia denominados: Néfesh –lo presente: el ámbito material sensorial, Rúaj -lo inmediato: el plano emocional, Neshamá -lo cercano: el pensamiento, Jaiá –lo lejano: la voluntad y Iejidá -lo trascendente: lo eterno, el plano espiritual.

1:6 Lo presente así como lo inmediato y lo cercano, instinto, emoción y pensamiento respectivamente surgen naturalmente en cada momento de nuestro diario vivir. Lo lejano y trascendente, la voluntad para alcanzar los valores eternos-espirituales, en cambio, exige un esfuerzo, ya que debemos trascender nuestros instintos, emociones y pensamientos supeditándolos a través de la voluntad a principios eternos-espirituales.

1:6 Cada uno de estos cinco grados se relaciona con una sefirá :Néfesh con Maljút, Rúaj con Tiféret, Neshamá con Biná, Jaía con Jojmá y Iejidá con Kéter.

2:7 Cada sefirá representa un grado de la Luz Infinita, como una serie de cristales a través de los cuales la Luz va adquiriendo más y más presencia. El Zóhar nos transmite una imagen de ese proceso designando a cada una de las sefirót como el resultado de la luz atravesando cristales de diferentes colores. Negro para Maljút, verde para Tiféret, rojo para Biná, blanco para Jojmá y transparente para Kéter.

1:8 Los cinco niveles que estudiamos representan cinco grados a través de los cuales se manifiesta nuestro deseo. Néfesh –lo presente, la reacción instintiva, Rúaj -lo inmediato, las emociones y Neshamá -lo cercano, el pensamiento.

1:9 Cuando el pensamiento no alcanza a discernir en la voluntad por captar lo trascendente, los seres humanos terminamos por justificarnos y adaptar la realidad a nuestras debilidades en lugar de expandirnos a lo eterno.

1:10 El pensamiento-lo cercano, es lo que puede darnos el discernimiento para alcanzar lo lejano, la voluntad que no poseemos para alcanzar lo trascendente.

1:11 La función del pensamiento es discernir en nuestros deseos, a partir de Principios Objetivos, con el propósito de alcanzar lo trascendente.

1:12 Cuando un individuo, una ideología o una cultura se identifican únicamente con lo presente, inmediato y cercano no perciben más que la muerte al final del lapso de la vida física. Entonces los objetivos presentes, inmediatos y cercanos tiene comienzo y fin, mueren, en cambio cuando los supeditamos a lo trascendente son los conductos hacia lo eterno.

Los Estados del Alma: La estructura incorpórea: Nomenclatura Espiritual

El Rav Áshlag nos explica en el libro Prí Jajám (El fruto del Sabio), Introducción al Segundo Tomo, que a pesar de que los textos kabalísticos distinguen diferentes formas en la realidad espiritual, como ser mundos, sefirót, grados, etc., ésta nomenclatura se refiere únicamente a nuestra percepción. En la plenitud de la Luz no hay sefirót, grados ni niveles de ninguna índole. Dichas clasificaciones surgen en nuestro pensamiento, producto de cómo nosotros intelectualizamos la realidad que se expande del Kadósh Barúj Hú.

Nuestra percepción no tiene la más mínima posibilidad de aprehender-Lo en Sí Mismo. En Su Esencia nuestra conciencia selectiva se diluye, dado que «Allí» el conocimiento, el conocedor y lo conocido son Uno. En cambio, en los dominios del tiempo y el espacio, en la multiplicidad de la Creación, para que nosotros percibamos Su Voluntad de dar plenitud, creó y nos dio los sentidos por medio de los cuales somos activados y tomamos conciencia de Su Luz.

El libro del Zóhar y también el Arizal, en el Shaar haHakdamót (Pórtico de las Introducciones), entre otros, nos aclaran que las expresiones y relatos utilizados tanto en la Torá escrita como en toda la tradición oral no deben ser tomados literalmente. Las expresiones que allí aparecen manifestando situaciones y aspectos de la realidad conocidos por nosotros, fueron así expuestos como referencias para acercarnos a la realidad espiritual despojada de tiempo y espacio.

Encontramos en el Zóhar (parte tercera, pág. 152), por ejemplo:
Dijo Rabí Shimón Bar Iojái: ¡Ay de quien diga que la Torá viene a contarnos relatos triviales! Siendo así, aún hoy podemos hacer «Torá» de relatos cotidianos y hasta más bellos que ellos. Y si la Torá viene a explicarnos asuntos de este mundo, los gobernantes del mundo tienen entre ellos asuntos más interesantes. Todas las palabras de la Torá se refieren a causas superiores, espirituales.

Los relatos de la Torá son sólo su vestidura, y quien piense que la vestidura es la Torá misma y que no hay nada más, es tan ignorante como el que juzga a las personas por su apariencia exterior pensando que la persona es su ropaje. La Torá, al igual que las personas, tiene vestimentas, cuerpo, neshamá (alma) y neshamá de la neshamá. Los relatos, como vimos, son su ropaje, las mitzvót son su cuerpo, la neshamá es Israel que activa las mitzvót y por sobre todos se encuentra la Neshamá de la neshamá: el Kadósh Barúj Hú.
Al Kadósh Barúj Hú es a «Quien» debemos llegar a través de la Torá.

También encontramos en el Shaar haHakdamót (Pórtico de las Introducciones), Introducción Primera:
Es sabido que en lo «alto» no hay cuerpo ni tampoco fuerza corporal alguna.

Todas esas imágenes e ilustraciones (que nos describen los libros), no están sino para refinar el oído de modo que el hombre pueda comprender los estados superiores-espirituales, que son imposibles de aprehender y registrar en la mente humana. Por ello «se concedió el permiso» de hablar en el contexto de ilustraciones e imágenes. Así, tanto en el libro del Zóhar como en la misma Torá, nos encontramos con expresiones como: los ojos de HaShem rondan en toda la Tierra, los ojos de HaShem se dirigen hacia los tzadikím, y HaShem escucha, huele, habla, etc. Cuánto más grandioso es aún lo escrito: y creó HaShem al hombre a su imagen y semejanza, a imagen y semejanza lo creó, masculino y femenino. Y si la Torá misma lo dice, también nosotros podremos expresarnos en tal lenguaje con la correspondiente simpleza, ya que no hay «Allí en lo alto» sino luces finas y sutiles, absolutamente espirituales e imposibles de aprehender, «desde aquí», en forma alguna.

Como está escrito en Devarim 4:15 : Porque el día que les habló HaShem en medio del fuego, en Horev, no vieron ninguna imagen.

Los Estados del Alma: La estructura incorpórea: ¿Espiritual o material?

« Espiritual es todo aquello que no resulta afectado o cambiado ni por el espacio ni por el tiempo. No depende de estados emocionales o de lo que pensemos acerca de ello. Es la causa que genera todo el mundo material »

El Rabino Iehudá Halevi Ashlag, Sabio Kabalista que vivió en Jerusalem hasta mediados del siglo XX , en el comienzo de su comentario al "Etz Jaím" ("Arbol de Vidas", de Itzják Luria Ashkenazi conocido como el Ariz’al, siglo XVI) nos señala que:

"Debemos recordar que toda la Sabiduría de la Kabalá está basada en estratos espirituales que no requieren ni espacio ni tiempo, y ninguna falta o cambio los gobiernan ni afectan".   
 
"La ausencia, como el cambio, sólo actúa sobre los estados materiales, siendo allí donde reside toda la dificultad para los principiantes. Estos toman a menudo dichos conceptos en su expresión material dentro de los dominios del tiempo y el espacio, los cuales fueron utilizados por sus autores sólo como referencias palpables de sus raíces superiores ".

Talmúd Eser haSefirót, Or Pnimí Capítulo I 

Para comprender lo que el Rabino Ashlag nos explica tenemos que ubicarnos por sobre el plano físico y trasladarnos a conceptos tales como, por ejemplo, la alegría y la tristeza.  

La alegría y la tristeza se manifiestan en el mundo emocional  del hombre y no ocupan un lugar físico.
 
Cuando alguien está alegre y luego, por determinada circunstancia entristece, no significa que la alegría dejó de existir, sino que ese hombre perdió momentáneamente su capacidad de estar alegre. Pero si los estímulos que generan la alegría vuelven, desaparecerá la tristeza y la alegría ocupará su lugar. 

Las emociones no ocupan un lugar físico, sino que abarcan el mundo emocional del hombre siendo generalmente su influencia más poderosa que la realidad material.  

La emoción y el pensamiento son poderosos instrumentos a través de los cuales el hombre se conecta con la realidad. Aunque no debemos olvidar que son tan sólo medios para lograr materializar nuestra voluntad y deseo. 

La voluntad y el deseo son la fuerza interior que mueven al hombre, pero ... ¿Cuál es el objetivo que motiva a esa poderosa fuerza ... ? 

La voluntad altruista de ayudar y beneficiar al prójimo y a la sociedad o, por el contrario, el deseo personal, egoísta. 

En este punto radica la diferencia entre lo espiritual y lo material.  

Espiritual es la voluntad altruista de beneficiar al prójimo y material es el deseo personal, egoísta.   (cita del libro " Maamarei Shamáti " , pag. 107, del Rabino Kabalista Barúj Shalom Ashlag).

Por eso nos enseñan nuestros Maestros que es fundamental aprender el lenguaje, la terminología y los objetivos de la Kabalá de un verdadero iniciado en esta Sabiduría. De este modo evitamos interpretar dichos términos fuera del contexto de la Torá y la Kabalá, lo cual desemboca en sincretismos, pseudo - espiritualidad y mística. . 

Kabalá es el estudio del orden de causas y consecuencias espirituales que se generan a partir de la causa primera, el Infinito / Ein - Sof.

Espiritual es todo aquello que no resulta afectado o cambiado ni por el espacio ni por el tiempo. No depende de estados emocionales o de lo que pensemos acerca de ello. Es la causa que genera todo el mundo material.

Explicación: en el plano físico hay leyes que rigen la materia, como ser la gravedad. Observamos que cada vez que un objeto entra en el ámbito de dicha fuerza es atraído inexorablemente por ella, hasta que otra fuerza la contrarresta.

La actividad de la fuerza de gravedad no depende de lo que creemos o pensamos o sentimos, sino que es objetiva y tiene sus propios códigos. Quien quiera relacionarse con ella positivamente deberá conocer sus parámetros y sólo luego podrá usarla en su beneficio.La esencia de la fuerza de gravedad se encuentra por encima del mundo material ya que no depende de la voluntad de los hombres. Como en el caso de la gravedad, la esencia del mundo físico tiene su raíz en el plano espiritual.

Las leyes espirituales actúan en todos los planos: físicos, emocionales y mentales, pero sólo percibimos sus consecuencias cuando nos relacionamos con la realidad concientemente (como en el ejemplo anterior acerca de la ley de la gravedad). Por el contrario, cuando el hombre se relaciona con la realidad inconcientemente, sin conocimiento de las leyes que rigen la vida, es como un niño que no tiene conciencia de las consecuencias de sus actos.

Es importante definir precisamente el área a la cual se aboca este estudio. De lo contrario podríamos perdernos en un laberinto de ideas ajenas a los objetivos de la Kabalá. El objetivo de este estudio es educar a la voluntad y al deseo del hombre hacia el bien colectivo, que es la meta de la Torá:
"Amarás a tu prójimo como a ti mismo".

El único cambio posible que podemos lograr en la vida es la actitud interior, lo que deseamos en nuestro corazón. El "mejor" sistema socio-político-económico está destinado a fallar si el hombre es egoísta. En cambio, cuando cambiamos interiormente buscando el bien colectivo, el "peor" de los sistemas exteriores va a funcionar. Los verdaderos cambios y batallas se desarrollan en nuestro interior.Para ello el hombre debe conocerse y conocer las leyes que rigen todos los planos de la realidad. Entonces, tomará gradualmente conciencia de su raíz y objetivo, unificándose con todos los hombres y con el Kadósh Barúj Hú.

Los Estados del Alma: La estructura incorpórea: Néfesh - Rúaj - Neshamá

« Así como hay leyes que rigen los fenómenos físicos, como ser la ley de gravedad, etc., también hay leyes que rigen los planos instintivos, emocionales, mentales y espirituales »

Cuando la Torá relata la Creación del hombre, en el libro del Génesis, nos dice: ... hizo al hombre, formó al hombre y lo creó. Génesis, 1:26, 2:7, 1:27

También en el libro del Profeta Isaías encontramos el siguiente versículo:

"Todo lo llamado en Mi Nombre por Mí, los creé, los formé, también los hice ". Isaías 43:7

¿Por qué la Torá emplea tres verbos cuando se refiere a la Creación del hombre ?

Hizo, se refiere al mundo de la Acción y al nivel del alma que se llama Néfesh y está relacionado con los instintos.

Formó, nos indica el mundo de la Formación y se refiere al nivel del alma que se designa con la palabra Rúaj y que abarca el aspecto emocional.

Creó, designa el mundo de la Creación y está conectado con el nivel del alma denominado Neshamá , el pensamiento.


Estos tres niveles son tres aspectos básicos generales dentro de los cinco que abarcan la totalidad del alma.

Para entender cada uno de estos aspectos hay un ejemplo tradicional, el cual nos relata que el hombre es como un carruaje que se usaba antiguamente como medio de transporte.

En el ejemplo, la carroza simboliza el cuerpo del hombre que por sí solo no puede realizar ningún movimiento. Los caballos que tiran de la carroza son los instintos, el Néfesh, que mueven la carroza físicamente en las diferentes direcciones. El cochero simboliza la emoción, el Rúaj, quien indica: parar, hacia la derecha o hacia la izquierda, más rápido, más lento, etc. Pero, cuando el carruaje se encuentra ante la posibilidad de tomar diferentes caminos, ¿quién decide ... ? La carroza por sí sola no puede moverse; los caballos esperan la orden del cochero; y el cochero, ¿a quién obedece ... ? ... al pasajero, a quién no vemos pero es el que hace que todo se mueva y gire en torno a su voluntad, ya que él fue quien "contrató" a la carroza con los caballos y al cochero para conducirlo hacia su "destino" .

La Neshamá, esencia interior del alma, está representada por el pasajero, y se reviste en el cuerpo a través de los instintos, emociones y pensamientos para llegar a su objetivo: la toma de conciencia de su naturaleza y su función en el mundo, para luego fusionarse concientemente con la Luz Infinita.

A dicho objetivo se puede arribar a través de dos caminos:

1) Con conciencia, cuando los tres aspectos del alma (pensamiento, emoción y acción) están en armonía con las leyes que rigen la Creación, o

2) Con sufrimiento, cuando los caballos, el cochero y el pasajero están en desacuerdo. De lo cual se deduce que si el hombre piensa de una forma y siente de otra, sus actos lo conducirán inevitablemente al sufrimiento.

Así como hay leyes que rigen los fenómenos físicos, como ser la ley de gravedad, etc., también hay leyes que rigen los planos instintivos, emocionales, mentales y espirituales. La verdadera libertad surge cuando el hombre obra en concomitancia con esas leyes y no simplemente de acuerdo a su sentir momentáneo, instintivo y/o emocional.

Por eso el judaísmo, a través de la Torá y las mitzvót, es un estudio y un entrenamiento constante en adaptar las características humanas a las leyes superiores que rigen todos los planos de la Creación. La Torá nos transmite las leyes objetivas que rigen la vida y la Creación, y las mitzvót nos proporcionan los elementos prácticos, que cuando son bien aplicados, nos ayudan a dirigir nuestros deseos hacia el bien de nuestros semejantes y el nuestro propio, transformándonos de esa manera en "socios activos del programa de la Creación".

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