Una mujer pobre encontró un huevo. Llamó a sus hijos y les dijo. "¡Hijos míos! Desde ahora en adelante, no vamos a tener preocupación alguna. No nos faltará nunca nada. Fíjense, he encontrado un huevo. ¿Pero saben? Nosotros no vamos a comerlo, sino que vamos a pedir a nuestro vecino que ponga este huevo debajo de su gallina, para que lo empolle y salga un pollito. Pero no nos comeremos tampoco el pollito, sino que lo criaremos hasta que sea una gallina que ponga más huevos, de los que saldrán más gallinas. Estas gallinas pondrán más huevos y nosotros vamos a tener muchos huevos y muchas gallinas. Sin embargo, no comeremos ni los huevos ni las gallinas, sino que los venderemos, para comprar un ternero. Y no vamos a comer el ternero tampoco, sino que lo criaremos hasta que se convierta en una vaca. Y de la vaca nacerán terneros y vamos a tener un rebaño, venderemos el rebaño y compraremos un campo, lo venderemos y compraremos..."
Mientras la pobre mujer estaba hablando de sus ilusiones, se le cayó el huevo de la mano y se rompió.
Enseñan los maestros:
Todos nos portamos de la misma manera que la mujer, cuando se acercan Rosh Hashaná y Yom Kipur. Estamos arrepentidos, pensamos en el año nuevo y decidimos en nuestro corazón: "Haremos tal cosa, actuaremos de tal manera." Pero los días pasan con charlatanería y nosotros no hacemos nada o muy poco para ser mejores durante los años venideros.
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