LA PERLA Y LA MEZUZA

Hace muchos, muchos años, vivía en un país lejano, en Babi­lonia, un Rey, cuyo nombre era Artaban. Este Artaban era muy diferente de lo que eran los otros Reyes que habían vivido en aquella época. Era muy amistoso con el pueblo judío, con todos aquellos que vivían en su Imperio. Era una persona brillante, muy inteligente, y le gustaba mucho que los judíos se dediquen al estudio, y siempre estén preguntando y buscando respuestas.
En esa época, vivía en Babilonia un gran estudioso y famoso maestro judío cuyo nombre era RAV. Su nombre era realmente Abba Arika, pero la gente lo llamó sencillamente RAV. Esta palabra significa maestro; lo llamaron así, porque era él el más estudioso y más brillante de todos aquellos que estudiaban el Talmud.
El Rey Artaban estaba muy interesado en conocer a RAV y sus estudios. Muchas veces lo invitaba a la Corte, donde pasaban horas y horas discutiendo sobre temas científicos. Con el tiempo, se desarrolló una amistad profunda entre los dos, y de vez en cuando se dieron el uno al otro regalos preciosos.
Pasó una vez que uno de los ministros de Artaban volvió de un país lejano y trajo consigo una perla preciosa. En verdad, esta perla era más preciosa que cualquier otra que hayan visto jamás en Babilonia. Artaban pensó que sería un regalo maravilloso para su amigo judío y así se la obsequió a RAV. Con este regalo quería hacerle un honor especial.
RAV no estaba muy interesado en la joya, sin embargo consi­deró con mucha gratitud el gesto que había significando la entrega del regalo y pensó con mucho esmero, qué regalo podría ofrecer él al Rey, como señal de su atención y aprecio.
Dentro de poco tiempo, RAV encontró una Mezuzá, una peque­ña cajita que tiene dentro partes de la Tora. Esta cajita está colocada en la puerta de entrada de cada hogar judío; es una costumbre vigente desde hace muchos siglos. Le parecía que eso sería un regalo poco usual para su amigo el Rey. Así lo compró y lo mandó con un mensajero, para que lo entregara al Rey.
Cuando el Rey hubo recibido este regalo realmente único, quedó desconcertado. ¿Qué podía ser esta pequeña cajita negra que contiene unas escrituras tan raras? Por fin, no podía retener más su tremenda curiosidad. Mandó uno de sus sirvientes a RAV para que él venga a verlo y le preguntó:
"¿Por favor, podrías explicarme, qué es este objeto tan raro que me has enviado? Estoy seguro de que debe ser alguna cosa de mucho valor, porque si no fuera así, no me lo habrías mandado. ¿Pero para qué sirve esta pequeña cajita tan especial?"
"Te explicaré con mucho gusto, en qué consiste el regalo que te he mandado" - le contesto Rav. - "Esta cajita se llama Mezuzá. Dentro de ella hay un pequeño trozo de pergamino, encima del cual están escritas unas frases de nuestras Sagradas Escrituras. Las letras que puedes ver encima de la pequeña cajita designan un nombre de Dios, 'Shaday'. Significa, que nuestro Dios está cuidán­dote siempre".
Y siguió contándole Rav:
"Un amigo mío me dio una pequeña ilustración acerca de esta Mezuzá. Es un cuento, que seguramente te gustaría escuchar y conocer, amigo mío. La historia es la siguiente:
"Hay una gran diferencia entre el Rey terrenal y el Rey Celestial. Un Rey humano duerme en su palacio, mientras sus sirvientes están de guardia afuera, para vigilarlo. Pero el Rey de las Alturas es diferente. El deja que duerman sus sirvientes en tranquilidad y paz, mientras El está de guardia a su lado, para que Sus criaturas no corran ningún peligro, y que no les pase nada malo.
"Así puedes ver que mi regalo tiene mucho más valor que el tuyo. Tu regalo tiene un precio muy alto, pero un precio fijo. Cualquier experto en piedras preciosas puede examinarlo y decir exactamente, cuál es su valor. Pero mi regalo no tiene precio económico. Ningún ser humano puede evaluar la protección divina. Además, tu regalo precisa una vigilancia constante y yo estoy siempre preocupado, que ningún ladrón entre en mi casa para robármelo.
"El regalo que yo te he dado no precisa vigilancia alguna, al contrario. El te vigilará a ti. El regalo que yo he recibido de ti tiene valor para mí, mientras esté vivo. El regalo que te mandé yo, significará beneficio también para tus hijos, incluso después que tú hayas pasado al otro mundo. Aunque fuera del valor sentimental de un regalo, no es el regalo mismo el que tiene importancia, sin embargo, si consideráramos el término del valor, el mío es mucho más importante que el tuyo. No causa ninguna preocupación, y tiene un valor eterno."

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